04 enero 2024

Un instante transformador

 



De un momento a otro, todo se transformó en un ambiente asfixiante. Una densa nube de polvo me envolvió por completo mientras me arrastraba entre los escombros y la basura que obstruían mi camino. Hacía pocos segundos sabía dónde estaba, pero ¿ahora? Después de lo que supongo fue una explosión, no tuve más certezas.

Sentía aún mi cuerpo; sin embargo; ya debilitado y luchando por cada bocanada de aire, así fuera de ese caliente y algo putrefacto. No tenía mucha energía, así que, desafiando el cansancio y la falta de aliento, avancé con precaución, esquivando los obstáculos, que no eran más que desechos.

Después de un arduo esfuerzo, divisé un destello de luz a través de una grieta. A pesar de los calambres y dolores que sentía, me concentré para abrirme paso entre tanto estropicio que bloqueaba mi salida. Logré salir un tanto ileso, pero en un instante de descuido, un zapato me aplastó y la vida -mi vida-, tan frágil y efímera, se desvaneció en un instante.

24 septiembre 2023

Alquimia


 


Vivían en una pequeña casa, con dos únicos ambientes, en los que se acomodaban como podían. En la parte de atrás estaba un cobertizo, mal hecho, pero que servía para esconder la letrina y sus malos olores.

No tenían sembradíos y mucho menos una huerta decente, como algunas otras familias de la región, pero sí un pequeño viñedo, del que producían vino para su propio consumo y a veces, cuando tenían un poco de más, lo vendían en la feria cada tanto.

Como tantos otros, sobrevivían. El padre, un hombre de unos cuarenta años, era el típico borracho violento y grosero que obligaba a sus hijos a trabajar y producir su propio vino, del que gota a gota él consumía con la velocidad del vicioso.

La madre, sumisa y temerosa, se encargaba de las tareas del hogar y de cuidar a los niños. Los pequeños, sucios y mal vestidos, no iban a la escuela rural, que solo abría un par de veces a la semana y trabajaban largas horas en huertas ajenas junto a su padre. ‘’¡Aquí todos se ganan su propio pan! solía gritarles.

El hijo mayor tenía apenas 13 años y estaba a cargo de la producción de vino. Los hermanos menores se turnaban para ayudar en las siembras y en lo poco que pudieran hacer en casa. El padre siempre estaba borracho y malhumorado, y no dudaba en golpear a sus hijos si consideraba que no trabajaban lo suficientemente bien.

Alquilaba a los niños a los patrones de otros caseríos para que les trabajaran el campo. Sacaba sus propias cuentas de cuánto podía producirle cada niño y así tener dinero suficiente para gastarlo en la taberna, bebiendo vino, mientras esperaba por la cosecha de su propio viñedo.

Sin embargo, un día, el hombre se dio cuenta de que no le quedaba casi vino y tampoco dinero suficiente como para comprarlo en el pueblo. Furioso, empezó a tirar cosas al piso y romper lo poco que tenían. Los niños se escondían en un rincón, temerosos de las ya sabidas consecuencias.

El hombre tambaleante se dirigió hacia el fondo de la casa, donde estaba la barrica de vino. Allí encontró a uno de sus hijos menores, de solo nueve años, atendiéndola. ¿Dónde estaba el mayor? ¿Por qué no estaba ahí?

El niño estaba subido en una escalera enclenque para alcanzar la barrica. Sin mediar palabra, el hombre empezó a agitar la escalera y a gritarle que qué hacía ahí, si ese no era su lugar. ‘’¿Dónde está tu hermano, dónde?’’ vociferaba mientras subía como podía. Comenzó a golpear al niño y a apremiarlo para que se diera prisa.

El hijo mayor, que dormía escondido del padre entre la paja amontonada en el piso, se despertó por los gritos. Vio cómo el padre forcejeaba con el niño y sin pensarlo dos veces, dio un salto y subió por la escalera.

A pesar de no poder hacer mucho, dadas sus contexturas de niños, atacaron al padre para defenderse, pero el hombre perdió el equilibrio y cayó dentro de la barrica, golpeando su grande y pesada cabeza de borracho contra el filo, quedando inconsciente.

Ante la mirada atónita de los chicos, el padre quedó flotando, boca abajo, inerte. El líquido lo fue cubriendo por completo y se hundió lentamente, como si se hubiera desvanecido en el vino. El chico más pequeño bajó por la escalera dando tumbos y su madre fue a su encuentro, dada la naturaleza de sus gritos y de su llanto, que eran muy diferentes de cuando el padre borracho lo azotaba.

Entre sollozos, le contó a la madre lo que había ocurrido. La madre comenzó a llorar y lo atrajo hacia sí. Los demás chicos se reunieron en torno a ellos. Nadie sabía qué hacer.

Fueron todos juntos hasta el fondo de la precaria casa. El hijo mayor tenía aún la vista clavada en la barrica. La madre lo llamó varias veces para sacarlo del trance en el que estaba.

Le limpió con su sucio delantal la cara sudorosa al tiempo que lo besaba en la frente. Hizo que todos se sentaran en el suelo y les dijo que guardaran el secreto. No había nada más que hacer.

Les ordenó que embotellaran parte del vino para venderlo en el pueblo. Los niños se encargaron toda la noche de hacerlo, cuidando de que el cuerpo del padre no quedara expuesto. Al día siguiente, con más miedo que certezas, la madre fue al pueblo a ofrecer las botellas de vino. El resultado fue sorprendente. El vino era de una calidad excepcional y pronto se corrió la voz de aquella maravilla gastronómica.

La familia empezó a prosperar gracias al vino y a su secreto tan bien guardado. Compraron nuevas herramientas para la huerta y se hicieron con una pequeña tienda en el pueblo. Tenían que disfrutar de esa dicha mientras durara el cuerpo del padre en el fondo de la barrica.

Nunca hablaron de lo que había sucedido aquella noche. Mantuvieron el secreto de su vino y se aseguraron de que nadie conociera el verdadero origen del mismo. Se obligaron a relegar en el olvido la tragedia del padre que les trajo lo único que nunca habían esperado: El éxito.

16 julio 2023

Las paredes hablan

 


Antes de sentarse a escribir, apoya el lado derecho de su rostro contra una de las paredes, una de las tantas de los sombríos rincones de su vieja casa en decadencia.


Le susurran sus propios secretos, algunas veces le mienten y otras le hacen confesiones de tiempos pasados, cuando él ni siquiera pensaba existir.


Una vez que esto pasa, se sienta a escribir, las sombras danzan en las paredes mientras las palabras fluyen de su pluma, llenando las páginas con historias oscuras y misteriosas.


Atormentado por su obsesión de crear el cuento perfecto, se adentra noche a noche en la penumbra de su estudio, rodeado de estanterías cubiertas de libros polvorientos, con la inquietante presencia de la musa de la angustia que lo inspira.


Cada historia lleva consigo una carga sombría y un aire de melancolía, para atrapar al lector en las redes de su imaginación retorcida.


Busca la perfección en cada palabra, en cada frase, en cada giro de la trama. Su obsesión lo lleva a explorar las zonas más oscuras de su propia psique, adentrándose en las profundidades del abismo que separa la realidad de la fantasía.


Sus cuentos, marcados por el giro de lo inesperado, deberán evocar emociones desconcertantes en aquellos lectores que se aventuren en sus páginas, las mismas que él siente cada vez que las paredes le hablan. 


A medida que los cuentos fluyen de su pluma, el escritor se adentra en una espiral descendente hacia la obsesión y la desesperación. La frontera entre la realidad y la ficción es cada vez más difusa, hasta que él mismo duda de su propia existencia.


La casa, testigo silencioso de su locura, parece exhalar susurros cargados de terror. Los personajes de sus cuentos cobran vida en las sombras, acechando en cada esquina y acechando también su cordura.


Hasta que, finalmente, se encontró cara a cara con su propia creación más macabra: El cuento perfecto. El límite entre la ficción y su propia mente se desmoronó por completo, y se sumergió en las profundidades de su propia narrativa distorsionada.


La oscuridad se apoderó de su ser y la casa se convirtió en su tumba. Sus cuentos sin nombres se convirtieron en su epitafio, escritos en las paredes de su mente trastornada.



El mundo exterior apenas recordaría al escritor solitario, cuyos cuentos inquietantes se desvanecieron en la oscuridad. Pero aquellos pocos lectores que se atrevieron a adentrarse en sus páginas retorcidas, sintieron la presencia eterna de su inquietante genio.


Y así, la casa abandonada quedó sumida en el olvido, envuelta en un misterio que nadie se atrevía a desentrañar. Las sombras persistían en su interior, y los susurros de aquel escritor atormentado perduraban en el viento, recordando a todos que, a veces, los secretos más oscuros deben permanecer sepultados, es mejor dejar que los misterios descansen en paz, ocultos en las sombras donde pertenecen.



01 junio 2023

Jamaica Bar


 

Esa noche, la atmósfera del Jamaica Bar parecía envuelta en una neblina sombría. A pesar de las luces neón y la bola de discoteca deslumbrante, un aire inquietante se adueñaba del lugar. A medida que el DJ seleccionaba las canciones, los acordes oscuros se mezclaban con la melodía, creando una cadencia macabra.

Mientras me adentraba en mi dominio habitual, pude sentir los ojos penetrantes del fornido guardia de seguridad, que emanaban una presencia siniestra. Sin mediar palabra, me concedió el paso, como si conociera mis más profundos secretos. Dentro del bar, me sumergí en una danza frenética, moviéndome al ritmo de las melodías en un trance hipnótico.

Pero aquella noche, algo malévolo se interponía entre las sombras. Un grupo de chicas, cuyas miradas eran tan frías como el hielo, se acercó con malas intenciones. Empujes y golpes intercambiados en una danza violenta, mientras el ambiente se llenaba de una energía oscura y amenazadora.

Justo cuando mi sed de pelea alcanzaba su punto álgido, el guardia de seguridad emergió de las tinieblas. Con su presencia imponente, desafió a las intrusas sin pronunciar una sola palabra. Como si tuviera un poder sobrenatural, las hizo retroceder y desvanecerse en la oscuridad de la noche.

Mientras recuperaba la compostura, me di cuenta de la protección que había recibido de aquel ser enigmático. Nuestro vínculo se selló con una mirada, en la que pude ver el conocimiento de un secreto ancestral y una promesa de seguridad en medio de la maldad reinante.

Desde aquel incidente, ninguna amenaza se atrevió a desafiar mi reinado en el Jamaica Bar. En cada una de mis visitas, conté con la protección inquebrantable del misterioso guardián. Y hasta el último día en que mis pasos resonaron en aquel recinto, su sombra se mantuvo a mi lado, velando por mi seguridad en la oscuridad de la noche.

 

14 mayo 2023

Número desconocido


 

Su mente se sumergía en un mar de pensamientos obsesivos cada vez que se acercaba al teléfono, esperando que la llamada que tanto anhelaba finalmente llegara. Su corazón latía con fuerza ante la mera vibración del dispositivo, anticipando el momento en el que, pensaba ella, oiría la voz que había estado esperando con ansias.

Y fue así como una tarde cualquiera, el teléfono sonó y se apresuró a tomarlo para contestar sin siquiera leer el nombre del contacto: ‘’¡Hola!’’ dijo. No fue una pregunta, ni mucho menos una invitación al que el interlocutor se presentara. Fue un ‘’hola’’ que constataba que del otro lado de la línea estaba la persona que quería hablar con ella y solo con ella. Pero su alegría pronto se convirtió en confusión al darse cuenta de que la voz en el otro extremo no correspondía con la que esperaba.

Una ola de desconcierto la invadió, pero se esforzó por mantener la compostura mientras intentaba explicar la situación. La voz desconocida la interrogó. Trató de esquivar las preguntas que le parecieron muy personales, muy íntimas, y respondió mansamente a las menos comprometedoras.

Durante cerca de media hora, la voz le habló sobre cosas, algunas triviales, otras extrañas y muchas enigmáticas. Le contó historias de su vida,  inquietantes, intrigantes. Ella se apoyó contra la pared y se dejó caer, poco a poco hasta sentarse. No podía evitar sentirse atraída por la voz misteriosa y desconocida.

También le hizo preguntas, pero más básicas, menos elaboradas. A todas ellas, la voz respondió con hechos de su propia vida, que bien pudieran ser reales o ficticios.

Cuando la llamada terminó, la chica se sintió profundamente perturbada por la extraña conversación que acababa de tener. Miró su teléfono y se dio cuenta de que el número era privado, por lo que no podía rastrearlo. Un escalofrío le recorrió la espalda, pero también una extraña emoción que no podía explicar.

Algo había cambiado en ella. La sensación de lo desconocido se había instalado en ella. Empezó a notar cosas que antes pasaban desapercibidas: los sonidos de la ciudad parecían más fuertes, los colores más vibrantes y los olores más intensos. Incluso las personas a su alrededor parecían tener una nueva dimensión, como si de repente pudiera ver más allá de lo superficial.

Desde aquel día, nunca más volvió a recibir una llamada del extraño número. Pero no podía dejar de preguntarse si aquella misteriosa voz volvería a aparecer en su vida, sumergiéndola una vez más en el abismo de lo desconocido.

07 abril 2023

Cosas del viento

 

Caminaba sin rumbo fijo. Se dejaba llevar por el cálido sol tardío, sintiendo la brisa salada acariciar su rostro. Vestía un largo vestido blanco que se movía al compás del viento, como si tuviera vida propia.

Le gustaba creer que era una figura enigmática que aparecía y desaparecía misteriosamente en la playa. Pero solo huía del sol. Y de la muchedumbre, sobre todo el fin de semana.

Esa tarde salió, cautelosa, como tardes anteriores. El viento, que azotaba la costa ese verano, se había vuelto terrible y violento; sin embargo, ninguna alarma levantaron los meteorólogos, por lo que la mujer lo único que hizo fue mantener la misma cautela de siempre.

Decidió caminar a la par del viento, no de espaldas a él, como había hecho todas las tardes. Iba despacio, disfrutando de la textura de la arena bajo sus pies. Cerró los ojos por unos instantes, se dejó llevar por la sensación de aquella brisa poderosa, como si quisiera fundirse con ella. En ese momento, el viento comenzó a soplar con más fuerza, envolviéndola con su abrazo invisible.

Esto hizo que caminara más rápido. Se sintió transportada por la fuerza del viento, elevándose en el aire como una hoja seca. Abrió los ojos, miró hacia abajo y vio que la playa se alejaba rápidamente, mientras el mar y las montañas se acercaban a ella.

Mientras flotaba en el aire, todo a su alrededor parecía estar desvaneciéndose, dejando solo en escena al viento y a ella. Se preguntó qué pasaría si nunca pudiera volver a su vida, a lo que era antes y se quedara así, suspendida.

Imaginó el mundo continuando, sin ella en su lugar, los días pasando sin un rastro, dejándola atrás. Se preguntó cómo sobreviviría, flotando en la eternidad, sin rumbo, a merced del viento.

‘’¡La vida nunca es lo que parece, ni lo que uno cree!’’ le gritó a la nada. De repente, sintió una extraña presencia detrás de sí. Giró su cabeza lentamente y se encontró con un hombre alto y delgado, vestido con un traje oscuro, que la observaba desde la profundidad de unos ojos también oscuros y además intensos.

El viento dejó de soplar con fiereza. Con un tono de voz propio de quien ha fumado desde temprana edad, el hombre le preguntó si estaba bien. La mujer, desconcertada, lo miró con temor. "No sé de qué hablas", dijo ella.

‘’Señora, lleva cerca de media hora gritando’’ le respondió. ‘’Venga conmigo, la acompaño hasta su hotel’’ le dijo. La mujer no sabía qué hacer. El hombre parecía muy seguro de sí mismo, pero después de todo, él era un extraño, y la mujer había aprendido desde temprana edad a no confiar en extraños.

Le plantó cara y le dijo: ‘’Prefiero que me lleve el viento’’. Después de pronunciar esas palabras, la mujer se dio la vuelta, dejando al hombre perplejo en la playa. La vio alejarse unos metros y detenerse de espaldas a él, abrir los brazos y elevarlos al cielo.

El viento arreciaba y la gente iba dejando vacía la playa. El hombre caminó lo más rápido que pudo y se resguardó en la caseta del salvavidas, que lo saludó, como todas las tardes. ‘’La loca te fastidió de nuevo hoy, ¿no?’’, le preguntó, al tiempo que señalaba a la mujer que daba saltitos en la arena, seguidos de vueltas sobre sí misma.

‘’Me da pena, pero tengo que cumplir con mi deber. Con la amenaza de lluvia y vientos huracanados, no está permitido que la gente se quede en la playa. ¿Ustedes ya van de salida, también?’’ le preguntó.

El salvavidas echó un vistazo a la playa. ‘’Tengo que sacar a los surfistas que ves allá y daré por terminada mi jornada. Será solo advertencia. No puedo jugar a ser el guardián de toda esta gente. Para eso estás tú, amigo’’, le dijo, al tiempo que le sonreía y le palmeaba la espalda. El hombre le devolvió la sonrisa: ‘’Es así. Son gajes del oficio. De mi oficio’’, le respondió, mientras veía a la mujer que incesantemente daba vueltas sobre sí misma.


03 marzo 2023

El hostal


 

El hostal no tenía buenas reseñas, pero era barato y ellos, que viajaban como tantas otras parejas jóvenes - con poco dinero y muchas ganas de aventura- reservaron por tres noches y cuatro días. ¿Qué tanto tiempo pasarían en el lugar?

Si bien estaba en la ciudad, el sitio quedaba un tanto retirado y para llegarle, había que pasar por callejuelas un poco sucias, estrechas, que de noche solo tenían una luz mortecina que amparaba a yonkis, a rateritos de poca monta y a malvivientes.

El dueño, un hombre mayor y amable que no compaginaba con el sitio en sí, pasaba en la recepción todo el día. Recibía con el mismo agrado al mochilero de paso que al drogadicto de turno que quisiera echarse en el desvencijado sofá de la entrada.

Así que cuando los chicos llegaron, fue él quien los llevó a su habitación y sonriente se las mostró. El hostal tenía cuatro pisos y la habitación de ellos quedaba en el segundo. ‘’Los dos primeros pisos son solo de habitaciones compartidas, las más baratas. ’’Ahora que es temporada baja, no tendrán compañía’’ explicó el hombre, al tiempo que les guiñaba un ojo.
Había ocho literas para fácilmente albergar a ocho personas. La habitación era más que triste. No había ninguna decoración en las paredes, salvo un cuadro con un paisaje campestre, descolorido ya por el paso del tiempo.

No era un sitio lindo ni acogedor y eso contrastaba mucho más con la afabilidad del dueño. Pero ¿quién necesitaba sentirse en casa, en esta vida trashumante que llevaban desde que empezaron el viaje? Así que hicieron caso omiso del lamentable estado de los colchones, del piso de madera que chirriaba con tan solo lanzar un suspiro, del par de cristales rotos de las ventanas y de la lámpara lastimera que se balanceaba y arrojaba una luz amarillenta deprimente.

La chica resopló. ‘’¿Y si hay pulgas? Seguro hay pulgas’’ dijo recalcando su teoría. El muchacho se rio y la tomó de la mano para atraerla hacia sí. ‘’Las soportaremos. Son solo cuatro días’’ y le dio uno de sus besos entre calmantes y tiernos.

Ya iba a ser hora de cenar, así que dejaron las mochilas con candado en el viejo armario y bajaron. Se adentraron en la noche. Al regresar, cansados de dar vueltas por la ciudad, subieron a su habitación.

Era noche cerrada y desde la calle llegaba el eco de algunas conversaciones, algunos gritos de borrachos. La chica supo que le costaría conciliar el sueño, a pesar de que estaba muy cansada. Dio vueltas en la cama durante un rato, hasta que decidió levantarse para tomar un vaso de agua.

Bajó a la cocina, pero se asomó a la recepción. El hombre estaba ahí, clavado en la silla, roncando de a ratos, con los lentes en la mano que le colgaba casi inerte. La muchacha, ya en la cocina, se sirvió agua en el único vaso limpio que encontró. Se acercó a la ventana iluminada por la luz de la luna, cerró los ojos y bebió despacio. Abrió los ojos porque se sintió observada, pero no había nadie y los ronquidos del viejo de la recepción indicaban que de ahí no había movido ni un ápice. ¿Habría alguien más en el hostal?

Se apresuró a subir y al entrar a la habitación, se aseguró de haber cerrado bien la puerta con el cerrojo oxidado. Aunque solo estaban ellos dos, ¿para qué dejarla abierta? Su novio dormía sin prisas y no se enteraba de nada. Ella se acomodó como pudo en su cama hasta que el sueño terminó ganándole la partida.

Después de un tiempo incalculable, la chica, un poco somnolienta, siente un cosquilleo en el dedo gordo del pie derecho. Creyó que soñaba, pero a medida que el cosquilleo se fue transformando en succión, se despertó del todo.